Entonces, la recuperación forma una pieza clave del rendimiento, ¿No crees?
¿Y qué pasa si el cuerpo no logra terminar de eliminar esa fatiga porque el siguiente estímulo propuesto es excesivo?
Cuando los esfuerzos máximos se llevan a cabo con excesiva frecuencia, se provoca una reducción significativa de la capacidad del atleta para adaptarse al entrenamiento. Y es que las altas intensidades y excesiva frecuencia no maximizan el rendimiento. Es común el lema “no pain no gain” e ir a tope en cada sesión. Sin embargo, esto sólo lleva a no compensar los niveles de fatiga generados y no poder mejorar los niveles iniciales, ya que cuanto más se aumente esta fatiga, más tiempo necesitará el atleta para recuperar.
Por eso, es clave intercalar sesiones de baja intensidad con alta intensidad mejorando así la compensación y supercompensación final del atleta.